Días de virus, días de espera.

Hace menos de un mes, muchos clientes ya percibían la llegada del buen tiempo, y nos mandaban preparar el barco para la Semana Santa, y el virus era algo lejano que  tenía recluidos a los chinos en sus casas.

Pero llegó aquí, rápidamente y consiguío meter a la población  en casa, paralizar y angustiar a muchas personas y empresas, machacar a los sanitarios con un trabajo sin límite y sin medios suficientes.

Nosotros, somos una pequeña empresa, que no está obligada a cerrar forzosamente, solo hemos paralizado la atención presencial al público. Pero seguimos a puerta cerrada.

Ninguno de los nuestros se ha rajado, y de momento ninguno parece contagiado.

Seguimos, con otra organización, con cautela, divididos en dos turnos, repartidos y separados lo mas posible en nuestros establecimientos.

Algunos teletrabajando y otros trabajando en el taller. Pero todos reman  en la misma dirección.

Revisando motores, instalando electrónica, reparando cascos, limpiando tapicerías, aplicando patente, puliendo, facturando, pagando, tramitando….

La mayor parte de nuestro trabajo lo tenemos depositado en nuestras naves, y mientras sigan llegando los recambios, seguimos empecinados en terminar nuestra tarea. Y en mantener la empresa en marcha, dependiendo lo mínimo posible de recursos externos.

Nuestra tarea es tener todo preparado, para que cuando toda esta pesadilla termine, nuestros clientes puedan disfrutar a tope de la ilusion de navegar en sus barcos, con sus familias con sus amigos, sintiendo esa brisa de la mar que se llevará los malos momentos. Sin perder un minuto.

En eso estamos.